Una década de periodismo: Última etapa; Medios digitales, editoriales y primeros sueldos
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¡Buenas, he vuelto tras el parón!
Esta vez quiero hablaros de qué pasó durante la etapa en la que yo trabajaba en el Ministerio del Tiempo para enlazarlo a mi siguiente etapa profesional, una que ha tenido cosas buenas y malas y en la que sigo a día de hoy.
Los primeros que llamaron a mi puerta fueron La Caja de Música; su director, David, me dijo que necesitaban a alguien en Barcelona porque su socia estaba en Gerona y bueno, era más difícil y se había tomado un tiempo de descanso. Encontré de nuevo a Sara, una conocida de la época en la que ambas seguíamos a Auryn como buenas adolescentes y nos dedicamos a trabajar juntas para este medio.
Desconozco como funciona la cosa en la actualidad, pero en ese entonces yo no cobraba un céntimo y cuando la chica de Gerona volvió y Sara y yo nos pusimos bajo sus órdenes resulta que el jefe en Madrid se enteró de que aquí en Barcelona ni se hacían reuniones semanales para repartir tareas como allí ni siquiera cuando había un evento grande. Es más, yo hablé con el jefe de Madrid y tuvo que venir él con una de las redactoras de allí para que no quedásemos tan mal en los premios de Cadena Dial que ese año fueron en Hospitalet.
Lo último que hicimos con Sara, y tras eso lo dejamos ambas, fueron los premios Ondas. No aparecíamos en la lista, nos dejaron pasar de milagro y encima, para dar una mejor imagen y credibilidad a los medios serios que estaban allí, íbamos con micros del SingStar de la Play. Así que imaginad a dos chicas de veintipocos muertas de vergüenza en los jardines de un palacio de la zona de Montjuic con un calor increíble tratando de que no se viera que los micrófonos eran lo que eran.
De ahí me avisan otras conocidas que habían montado una revista online y que si quería participar. Les dije que sí, pero me fui al poco tiempo porque crearon el medio más como una excusa para conocer famosos que para hacer periodismo real.
De ahí terminé en Munyx editorial, entonces aún llamada Onyx, haciendo mis practicas curriculares de la carrera. No cobré tampoco, pero era algo nuevo, me hacia ilusión y aprendí tanto sobre la gestión empresarial que me dio un poco igual, ahora ya no trabajo si no cobro por ello, pero entonces era más joven y aún no había aprendido que todo el trabajo debe pagarse de algún modo. No guardo malos recuerdos de esos cuatro meses, la verdad es que me hacia ilusión la comunicación editorial y me lo pasé muy bien, no me importaría volver a trabajar de ello, esta vez, eso sí, cobrando.
La última lección que he aprendido de esta primera década trabajando como periodista es que la gente de recursos humanos y algunos dirigentes de empresas no saben hacer su trabajo, especialmente los primeros. Estuve en dos empresas donde me contrataron diciendo que mi curriculum era muy bueno, etc. aunque en una yo advertí que el trabajo que me pedían hacer ni lo había hecho nunca ni lo había dado durante mi formación porque mi especialidad es otra.
De los dos me echaron, en un caso al mes siguiente tras un mobbing laboral por parte de mi jefa, y del segundo a los tres, porque esa parte que yo dije que no había hecho nunca pues no la hacia bien bajo los criterios de la empresa. Cosas que pasan.
Gracias a todo eso he aprendido que el hecho de que alguien te contrate o no ni depende de ti, ni de tu CV, ni es garantía de nada. Hay que trabajar, trabajar y trabajar, ser insistente, no parar, aunque sea haciendo un post semanal en un blog, y tener paciencia echando CV en todos lados y seguir intentándolo.
También que si de diez años trabajados solo has cotizado cuatro meses, no debes aceptar trabajos donde no te paguen, porque ante las autoridades yo solo he desempleado mi profesión durante cuatro meses.
Espero que un día os escriba un post diciéndoos que vuelvo a tener trabajo y estoy a gusto y no tener que escribir uno pasado x meses diciendo «oye que me han echado otra vez».
Paciencia y fe, es lo único que nos queda a los jóvenes ante el panorama social, económico y laboral que estamos viviendo.
Hasta la semana que viene,
Marta
